Ante la emisión del programa en la
cadena Caracol, Séptimo Día, los días 26 de julio y 2 de agosto, en el
cual se lleva a cabo un reportaje dedicado a presentar una imagen
catastrófica con tintes mediáticos de las poblaciones y organizaciones
indígenas del país, con énfasis en informaciones de hechos sucedidos
sobre diferentes tópicos en los departamentos del Cauca, La Guajira,
Tolima y otras regiones, consideramos necesario denunciar ante la
opinión pública nacional e internacional la gravedad de este tipo de
documentales que buscan ideologizar la problemática de los pueblos
indígenas en Colombia a favor de intereses políticos de conservación del
statu quo de parte de elites regionales y grupos de extrema derecha.
A nombre de la libertad de expresión
este tipo de reportaje mezcla de manera amañada delitos que ciertamente
han ocurrido de violencias sexual, intrafamiliar y contra la mujer,
cometidos en el interior de las comunidades indígenas, con denuncias de
delitos de corrupción en el manejo de los recursos de transferencia, al
lado de aseveraciones groseras que inculpan a la gente indígena como
drogadicta y alcoholizada, como personas anormales con trastornos
mentales, como si se tratase de la ausencia de un orden moral porque los
indígenas hacen lo que quieren debido a sus tradiciones “salvajes”,
reproducidas por la autonomía que les da la Constitución de 1991 y los
desarrollos posteriores a través de la Corte Constitucional y la
normatividad internacional sobre derechos de los pueblos indígenas.
Es necesario develar las principales
aseveraciones que se han lanzado desde este reportaje ideológico con
fines claramente políticos.
Sobre la violencia sexual
Sin desconocer los hechos de violencias
sexual, doméstica y contra la mujer en las comunidades indígenas en el
departamento del Cauca es también necesario hacer visible los
importantes cambios que se están dando con la fuerte participación de
las mujeres indígenas a través de los Cabildos de Familia y demás
entidades indígenas que coordinan estos esfuerzos denunciando esta
situación relacionada con violencia de género. Este fenómeno de
participación de las mujeres indígenas de diferentes grupos etarios, por
ejemplo, en el norte del Cauca, es el que cada vez más está haciendo
visible todas estas modalidades de violencia como delitos, y esto ha
sido posible a través de la organización indígena tradicional. ¿Por qué
los periodistas de Séptimo Día no entrevistaron a las mujeres indígenas
de los Cabildos de Familia en Toribío, Jambaló, Caldono, Santander de
Quilichao, Caloto, Corinto y otros municipios que pertenecen a la ACIN y
al CRIC? ¿Por qué únicamente entrevistaron a una dirigente indígena que
pertenece a una organización enemiga acérrima del CRIC y de su
asociación regional, la ACIN, como es la OPIC? Posiblemente porque
quieren entregar un mensaje ideológico sesgado como si el movimiento
indígena estuviera encubriendo delitos sexuales, cuando la realidad es
que hay vientos de cambio en su interior gracias a la participación de
las mujeres indígenas más educadas, pero también de mujeres en edades
avanzadas menos educadas que están de acuerdo en la denuncia de estos
hechos. Esto se puede observar en las estadísticas del sistema de
vigilancia epidemiológica (SIVIGILA) del sistema de salud en los
municipios indígenas asociado con una mayor visibilidad para este tipo
de delitos desde al año 2013. Este fenómeno de visibilización de estos
delitos nunca antes se había presentado, como se está dando
recientemente gracias a la movilización de las mujeres indígenas que
forman parte de la organización indígena tradicional y que sin embargo,
curiosamente antes ningún miembro de la elite regional caucana lo había
reconocido desde el período colonial.
Embarazo adolescente y fecundidad
Con respecto al embarazo adolescente y
la alta fecundidad entre las poblaciones indígenas como aseveración
generalista emitida en este programa, hay que señalar que esto no se
ajusta a la realidad. Los estudios de fecundidad resultantes del Censo
2005 para los pueblos indígenas revelan que hay significativas
variaciones y algunos pueblos ya se encontraban para ese año en una fase
de transición demográfica con una disminución en sus tasas de
fecundidad. En segundo lugar, la Encuesta Piloto Experimental Nasa para
el Buen Vivir realizada en el municipio de Toribío, entre el Proyecto
Nasa, el CECIDIC, el Centro Nacional de Consultoría (CNC) y el CIDSE de
la Universidad del Valle, en el año 2014, dio como resultado un descenso
de la tasa de fecundidad entre el 2005 y 2014 al pasar de 4.1 hijos-as
por mujer en edad fértil a 3.01 hijos-as, y que entre los efectos más
reveladores con este descenso fue el desplome de la fecundidad
adolescente. O sea, que el embarazo adolescente indígena ha venido en
descenso muy seguramente en todo el norte del Cauca. Esto se asocia con
los elevados incrementos educativos de las mujeres indígenas menores de
30 años en los últimos 15 años. Es posible que este fenómeno no sea
común a todos los pueblos indígenas con la misma magnitud, pero
desconocer los cambios en los patrones de fecundidad asociados a la
disminución del embarazo adolescente como ya puede ser detectado en
diversas comunidades indígenas andinas y de otras regiones del país, más
que un grave error es una mentira.
Suicidio entre indígenas
El programa Séptimo Día pretende ser
novedoso al señalar que la población indígena colombiana tiene la más
alta tasa de suicidios en el país, pero fuera de emitir unas cifras
equívocas sin señalar para cuál año y referenciar de forma inadecuada el
estudio del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses al que
aluden
[1],
desconoce malintencionadamente que este patrón se ha encontrado en
diferentes pueblos indígenas en las Américas (incluyendo Canadá y los
Estados Unidos), al igual que otras sociedades del planeta (por ejemplo,
en Nueva Zelandia, entre la sociedad Maorí). Las investigaciones
epidemiológicas y socio-antropológicas internacionales tienen como común
hallazgo explicativo de las altas tasas de suicidio entre los pueblos
indígenas la asociación entre los procesos de expansión colonialista
salvaje y la destrucción de las culturas y sociedades locales
aborígenes. Una hipótesis cercana comparte el estudio del Instituto de
Medicina Legal para el caso colombiano que supuestamente han leído los
periodistas del programa en mención, pero curiosamente la dejaron por
fuera o no la quisieron referenciar. Todo lo contrario a la forma
irresponsable que estos periodistas y sobre todo una de las personas
entrevistadas, achacan las altas tasas de suicidio a la organización
comunitaria indígena, al igual que el alcoholismo y la drogadicción,
fenómenos más bien relacionados con la situación de subalternidad o
fuerte asimetría con respecto a los demás grupos poblacionales
dominantes, tal como lo han señalado diferentes investigaciones en
varios países.
Corrupción y organización indígena
Sobre el tema de la corrupción las
generalizaciones que comete este reportaje ideológico son preocupantes.
Si se toman en cuenta los resultados de gestión de los recursos públicos
al nivel de la inversión social en los municipios del norte del Cauca
(por ejemplo, Toribío y Jambaló), por parte de los Cabildos y las
asociaciones de Cabildos, y el comportamiento de los indicadores
sociales que permiten hacer un seguimiento, entre 2005 y 2014, por el
contrario se tiene un panorama muy distinto al observarse una mejora
significativa en la cobertura educativa y de salud (incluyendo
saneamiento básico), al lado de expansión del programa de lengua propia,
con mejoras en la calidad de los servicios ofrecidos. Esto no puede
explicarse únicamente por el aumento de los programas nacionales como el
de Familias en Acción. Definitivamente el efecto positivo de las
alcaldías indígenas en interacción con las autoridades tradicionales
muestra una reducción importante en los niveles de pobreza (medida por
NBI), al punto que dicha reducción es de mayor magnitud a la observada
en municipios no indígenas en el mismo departamento del Cauca que
disponen de recursos muy superiores. Es posible que no sea este el
resultado en los diferentes resguardos del país pero sí en una buena
parte de ellos.
Otro aspecto determinante en los hechos
de corrupción denunciados en el reportaje ideológico sobre el municipio
de Uribia en La Guajira, pero que es dejado expresamente por fuera del
relato periodístico, es el poder paramilitar que ha incidido a lo largo
de varios años, al igual que en otros municipios de este departamento,
particularmente sobre el control paramilitar de los recursos de las
transferencias que la Nación entrega a través de las alcaldías a los
Resguardos reconocidos. No es de extrañar que se trate de alcaldías
controladas por los paramilitares.
Tierras y resguardos
En relación con el tema de tierras en el
Norte del Cauca, la Encuesta Piloto Experimental Nasa para el Buen
Vivir realizada en el municipio de Toribío aplicada a 961 unidades
domésticas – con base en un muestreo probabilístico –, se registra que
en los tres resguardos indígenas del municipio (Tacueyó, Toribío y San
Francisco)
[2]
se viene presentando un fenómeno de presión demográfica sobre la tierra
que está conduciendo a un fraccionamiento y reducción del tamaño de los
predios, ya que un 15% de las familias (sobre todo de parejas jóvenes)
no tienen acceso a la tierra, y en el caso de las familias que si tienen
acceso a tierra, solamente tienen en promedio 1.7 hectáreas de
extensión, lo cual es extremadamente pequeño para garantizar la
estabilidad económica de una familia
[3].
O sea, se trata de un fenómeno de microfundio. A esto se añade que al
menos el 85% de las tierras en los tres resguardos están en zonas de
montaña de alta pendiente, lo que solo equivale al 13% de las 49.143
hectáreas del municipio aptas para explotación agropecuaria. Esto
desmiente la falacia de acaparamiento de tierras por parte de la
población indígena norte caucana.
Conflicto armado, guerrilla y movimiento indígena en el norte del Cauca
Quizás entre las aseveraciones más
mentirosas del programa Séptimo Día es el vínculo que busca establecer
la entre guerrilla de las FARC y el movimiento indígena en el norte del
Cauca. Los diversos estudios independientes realizados por académicos y
entidades técnicas de prestigio nacional en encuestas de opinión sobre
el movimiento indígena nortecaucano, uno de ellos anexo a este documento
(Encuesta Mundial de Valores 2012), han encontrado como hallazgos
relevantes el fuerte rechazo entre los indígenas del norte del Cauca que
participan en la organización tradicional indígena a la guerrilla de
las FARC, al igual que a los demás actores armados del conflicto
(fuerzas armadas y de policía; grupos paramilitares). Curiosamente este
rechazo se manifiesta en preferir responder, ante una pregunta de
opinión en esta encuesta de valores, ser de “derecha” que de
“izquierda”, debido a la connotación de organización de “izquierda” de
la guerrilla. Por ello en esta encuesta como resultado, al lado de un
alto apoyo a las instituciones indígenas, siempre aparece el rechazo a
toda forma de conflicto vía el enfrentamiento armado. Para el movimiento
indígena en el norte del Cauca la guerrilla de las FARC ha sido una
continua amenaza al territorio y a las formas de gobierno y jurisdicción
propia. Esto lo han podido corroborar diversos estudios académicos
independientes, nacionales e internacionales, los cuales también han
constatado que la presencia de indígenas como milicianos de las FARC en
el territorio indígena nunca ha comprometido a la organización indígena y
por el contrario, ha sido una fuente de amenazas a la convivencia y
seguridad ciudadana de la población indígena. Una cosa es que la
guerrilla dispute el territorio a la autoridad indígena desde los años
sesenta y setenta en el siglo pasado y otra que la organización indígena
haya tenido acuerdos con esta guerrilla. Esto último nunca se ha podido
probar porque sociológicamente no ha sido posible ya son dos poderes
que se rechazan mutuamente. De hecho, se ha tratado siempre de una
disputa con muchas bajas humanas ocasionadas por la guerrilla de
indígenas en los resguardos tradicionales, algunos de ellos líderes
ampliamente reconocidos.
Por lo anterior, como miembros de la
comunidad académica nacional consideramos que lo mínimo que debe hacer
el Canal Caracol es ofrecer un espacio televisivo con el mismo rating de
audiencia en el que se permita el derecho de réplica para debatir las
aseveraciones irresponsables emitidas por Séptimo Día.
Grupo de estudios “étnico-raciales y
del trabajo en sus diversos componentes sociales”, Centro de
Investigaciones y Documentación Socioeconómica (CIDSE), Facultad de
Ciencias Sociales y Económicas, Universidad del Valle.
Cali, 7 de Agosto de 2015.
URL original: http://cms.onic.org.co/2015/08/el-programa-septimo-dia-de-la-cadena-caracol-sobre-el-movimiento-indigena-un-reportaje-ideologico-al-servicio-de-intereses-politicos-de-la-extrema-derecha/